Wednesday, 24 April 2024

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LA INVESTIGACIÓN COMO PROCESO DE INTERVENCIÓN SOCIAL PDF Print E-mail
Revista Cognición 18

LA INVESTIGACIÓN COMO PROCESO DE INTERVENCIÓN SOCIAL

Mtra. Maria del C. Peña Cuanda
Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH)
Estudiante del Doctorado de Ciencias Sociales y Humanísticas por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas en el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica

Mtro. Luis Fernando Bolaños Gordillo
Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH).
Candidato a Dr. en Ciencias Sociales y Humanísticas por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas en el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica

Introducción

En este artículo nos proponemos compartir algunas reflexiones sobre un tema nada sencillo, pero apasionante que es la intervención, pensada como fundamento central de la investigación en ciencias sociales. No pretendemos ser exhaustivos en nuestras proposiciones, sino simplemente abrir el camino a un conjunto de reflexiones que han venido surgiendo en nosotros a partir de la reflexión continua sobre nuestros propios procesos de investigación y nuestro quehacer en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH).

Son evidentes los motivos por los que al estar realizando cada uno de nosotros procesos de investigación surjan inquietudes sobre lo que implica hacer esta acción. No obstante, creemos que importante aclarar porque decimos que también nuestra práctica en la universidad contribuye en las premisas presentadas en este artículo.

Ambos trabajamos en la consolidación del proyecto de la universidad, particularmente en la Licenciatura en Comunicación Intercultural. La comunicación como campo de estudio es reciente e idealmente plantea la construcción de su objeto de estudio desde la interdisciplinariedad lo que ha conducido a una generación de conocimientos basados en diversos enfoques.

Si analizamos la situación de México y América Latina en la producción en el campo de la comunicación encontramos que se han hecho aportaciones importantes con los planteamientos conceptuales de la escuela culturalista latinoamericana, pero el problema frecuente es que ha existido una tendencia al teoricismo que ha relegado el desarrollo de estudios de campo (Lozano, 1998).

El caso de la UNICH es diferente, pues se plantea una opción distinta en términos de la construcción del conocimiento en el campo de la comunicación. El modelo educativo tiene como uno de sus fundamentos y puntos centrales el desarrollo de proyectos de vinculación comunitaria con la finalidad de conocer, reconocer y valorar la diversidad cultural que caracteriza a nuestro país. Por ello, como docentes de la licenciatura en Comunicación Intercultural nos enfrentamos continuamente con la enseñanza de metodología e investigación basada y orientada profundamente hacia procesos que se desarrollen desde el trabajo de campo.

Esto necesariamente nos conduce al replanteamiento continuo de nuestro quehacer, lo cual incluye el cuestionamiento de los fundamentos de la investigación en el campo en el que desarrollamos investigación y en el que asesoramos la realización de proyectos de distinta índole (tesis, trabajos audio-visuales, proyectos de vinculación aplicada, materiales didácticos para la interculturalidad, etc.).

Por todo esto, en este artículo nos interesa abordar desde nuestra experiencia tan sólo uno de los múltiples aspectos que son necesarios continuar pensando de la realización de investigaciones en ciencias sociales, a saber: la intervención . Asimismo, consideramos pertinente incluir algunos elementos sobre la investigación y el investigador, con la finalidad de situar mejor las reflexiones posteriores.

¿De qué se trata esto de investigar?

“(...),la ciencia es la estética de la inteligencia”

Gaston Bachelard (1948, pág. 13)

Las posibilidades de investigación en el campo de las ciencias sociales son múltiples y muy variadas dependiendo –entre otras cosas– de los posicionamientos teóricos y metodológicos con los que uno se acerca a los diferentes fenómenos de la realidad social a estudiar.

Definir este posicionamiento es una cuestión por demás compleja y dinámica, pero de manera general puede decirse que la orientación desde la que se construyen los principales planteamientos de esta investigación se sustentan en el paradigma de la complejidad (Morin, 1998) que considera que la construcción y desarrollo teórico-reflexivo deben generarse de manera dialógica con el campo y sujetos de intervención.

De esta manera, la postura que se sostiene en esta propuesta es la de pensar que toda investigación es un proceso inacabado, inconcluso, pero que genera nuevas inquietudes para mirar las situaciones desde otros ángulos, para analizarlas y transformarlas, procurando que las miradas sean más incluyentes, sin aspirar a totalidades, como lo propone Edgar Morin

“(...) el pensamiento complejo aspira al conocimiento multidimensional. Pero sabe, desde el comienzo, que el conocimiento completo es imposible. (...). Implica el reconocimiento de un principio de incompletud y de incertidumbre”. (Morin, 1998:23)

Hablar de la imposibilidad de adquirir verdades absolutas o totales va en parte contra lo que se ha planteado sobre la ciencia y sus resultados desde el positivismo. Por ello, en el reconocimiento de las características de las ciencias sociales y sus objetos de estudio no hay lugar para analizarlas desde los planteamientos del positivismo, pues cabe señalar que los problemas de que se trata con la investigación en el marco de éstas no tienen solución , sino historia . (Hoyos y Vargas, 1996). Basta recordar, por ejemplo, que estas ciencias han sido incluso caracterizadas por la fenomenología como ciencias de la discusión, lo cual se traduce como la imposibilidad de pensar que el conocimiento es objetivo, planteamiento tanto ontológico, como epistemológico del positivismo.

En otras palabras, si consideramos que ningún conocimiento anterior puede pensarse como completo o acabado, se sugiere que el investigador en ciencias sociales lo que tiene en sus manos, más que la aprehensión de los fenómenos sociales y de los procesos y manifestaciones subjetivas, así como los productos socio-históricos de estos, es un acercamiento a ellos que permite, mediante el trabajo de campo, adentrarse en los fenómenos de una manera profunda, comprender las “realidades sociales” o las “problemáticas” observadas, lo que muestra que en el “arte de investigar” se genera una capacidad de transformación en la acción e interacción .

Por otro lado, conocer la gran variedad de aspectos a considerar para la elaboración de un proyecto de investigación y llevarlo a cabo resulta complicado y sencillo, a la vez, para comenzar con su desarrollo. Complicado porque: existen muchos aspectos a considerar que lo abren a un sin fin de posibilidades de estructuración; hay una gran variedad de posturas dentro de la metodología cualitativa; los fenómenos y su estudio se ven bajo las características de un paradigma de la complejidad. Sencillo porque al conocer y describir se tienen criterios para elegir entre múltiples posibilidades; se puede encontrar un “orden” dentro del caos; el conocimiento coadyuva en la comprensión de los fenómenos de un modo distinto; existe una guía, una referencia producida en la reflexión de otros y resulta ser un lugar de donde apoyarse para llevar a cabo dicho proceso.

Bajo este conjunto de premisas y posicionamientos, someramente enunciadas en los párrafos anteriores, puede comprenderse la reflexión que se elabora en las páginas siguientes.

Uno de los temas de mayor importancia y que exigen uno de los mayores esfuerzos que se presentan en el camino del “arte de investigar” es la que se refiere a la definición del problema de investigación. Fernández (1998:72) expone algunas de las consideraciones e interrogantes que se presentan en esta definición del problema, y que son:

•  El punto de partida, teórico-metodológico y la formulación del problema.

•  El lugar de la subjetividad del investigador como motor y obstáculo al conocimiento.

•  La vinculación con el campo empírico, sus riesgos y su ubicación en un momento histórico.

•  El recorte o delimitación del problema de investigación.

De estas cuatro interrogaciones sobresalen dos que son de nuestro interés particular para este trabajo, a saber la segunda y la tercera. Ambos elementos tienen que ver con el acercamiento al campo, pues los posicionamientos éticos, políticos, filosóficos, teóricos, etc. del investigador entran en juego en el momento de la intervención. Por otro lado, y como lo explicaremos más adelante, la vinculación con el campo en el proceso de intervención puede estar respondiendo no sólo a los intereses del propio investigador, sino a demandas y necesidades sentidas por los sujetos de investigación.

La investigación como intervención

... la investigación es una manera de intervenir o la intervención es una forma de investigar.
Jorge Gómez, et. al, 2002:381

No puede abordarse nada en el campo de la psiquiatría y de la enseñanza si no se comienza poniendo radicalmente en tela de juicio el monopolio médico, pedagógico, administrativo (monopolio de títulos y de la administración de los “cuidados”), fuente de todos los abusos de poder.

Maud Mannoni, 1973:15

A lo largo de este trabajo hemos aludido a la noción de intervención sin reparar en su significado y, aún más importante, en el lugar desde donde se está pensando en este trabajo.

“Intervenir (del latín interventio ) es venir entre, interponerse. Por esta razón, en el lenguaje corriente, esta palabra es sinónimo de mediación, de intercesión, de buenos oficios, de ayuda, de apoyo, de cooperación; pero también, al mismo tiempo o en otros contextos, es sinónimo de intromisión, de injerencia, de intrusión en las que la intención violenta, o cuando menos correctiva, se puede convertir en mecanismo regulador, puede asociar la coerción y la represión para el mantenimiento o el restablecimiento del orden establecido”. (Ardoino, 1980:13)

Podemos identificar un tipo de intervención –como intervención social o de la sociedad y que está más allá del contexto metodológico– que, por todas sus características y caracterizaciones puede ser reconocida como dispositivo o mecanismo regulador y mantenedor del orden establecido.

Sin embargo, podemos encontrar otro tipo de intervención, que es el que tiene relación con la investigación, pero que sólo puede ser pensado así porque se encuentra necesaria y definitivamente articulado con un posicionamiento paradigmático –en el sentido de “adhesión” a un paradigma– en el campo de las ciencias sociales.

“Lo que especifica bien un método en relación con las técnicas que emplea es la definición del objeto al cual se va a aplicar, objeto que, por otra parte, presupone; esto implica ya una toma de partido científica y con respecto a los modelos de referencia. Pero, en un segundo grado, el método se revela como producto de ideologías y de filosofías subyacentes. Es esto, precisamente, lo que hemos querido mostrar para el caso particular de la intervención”. (Ardoino, 1980:21)

Al hacer referencia al objeto de estudio y su construcción estamos evocando necesariamente a la relación sujeto-objeto, que dentro de esta perspectiva sería relación sujeto-sujeto, lo que da por resultado que la intervención se refiere a la relación , en otras palabras, al vínculo .

La intervención es una potencia, una potencia vincular . Al hablar entonces de vínculo se entra directamente en el terreno de la reciprocidad, la intervención en su potencia de afección no puede ya pensarse en un solo sentido, se borran el intervenido y el interviniente y aparecen dos sujetos en situación dialógica. Aunque no se niega que siguen existiendo lugares diferenciados de cada uno de los sujetos, pero lo que se trata de borrar es el sentido que se da de uno sobre el otro.

Esto conlleva necesariamente a pensar al sujeto , pensarlo desde un lugar distinto. En la comunicación intercultural “nos movemos en el ámbito de la experiencia, de la significación y de la creación de sentido” y justamente en este movimiento es en donde se ubica la propuesta de intervención de nuestras investigaciones.

Al pensar en la experiencia –como hecho de conocimiento y al mismo tiempo la experiencia como objeto de elucidación–, del sujeto, reconocerlo como tal, darle un lugar de interlocutor válido, puede entonces plantearse la finalidad de la intervención.

“La creación de autonomía, finalidad de toda intervención éticamente fundada –si seguimos a Castoriadis– no aspira ni al apuntalamiento de identidades, ni a la fijación de la imagen de una totalidad cerrada de los procesos sociales. La intervención tiene como única alternativa ética el acrecentamiento de la autonomía de los sujetos sociales en un campo instituido. Así, la intervención apunta a crear condiciones que suspenden, cancelan o reconstruyen simbólicamente la propia heteronomía en otros órdenes de la trama de regularidades y otros campos normativos”. (Mier, 2002:39)

Finalmente, hay otros dos aspectos de la intervención que es importante puntualizar. La intervención si bien es potencialidad de vínculo , en su condición de irrupción de un tercero en un orden establecido y preexistente, también, y por lo mismo, es acto violento . Pero lo importante es que únicamente a través del acto es factible la potencia . De acuerdo a lo que comenta Mier (2002) está violencia tiene dos rostros (tal vez entre muchos otros más): la voluntad de poder y la voluntad de saber.

Estos rostros se relacionan con el segundo punto que queríamos tocar: la demanda . No consideramos que exista una intervención sin demanda. En una investigación no exista una demanda explícita, en apariencia podría creerse que es porque no la hay. Sin embargo, en estos casos estamos ante un origen difícilmente reconocible, difuso, vago, que tiene múltiples orígenes –institucionales, sociales, culturales, etc.–, orígenes que conllevan en última –o primer– instancia a los rostros de la violencia mencionados anteriormente. Pero además, la demanda no es posibilitador, ni mucho menos vehículo, del vínculo.

“(...), la demanda no es nunca un momento inaugural de ningún vínculo: toma su forma y su expresión de las propias condiciones simbólicas de ese vínculo, de sus reconocimientos de identidad, de sus juegos regulatorios que hacen posible el encuentro con el otro”. (Mier, 2002:21)

Haya o no demanda, uno como investigador asume la violencia que se genera o que conlleva toda intervención, pero el problema no es este. Lo problemático de la intervención en su cualidad violenta tiene que ver con un posicionamiento ético –que además de fundarse desde este lugar de generador de autonomía– que tiene que ver con dos aspectos igualmente centrales:

•  La interpretación tanto in situ , como la que se hace posteriormente. Nos parece que esta puede ser la parte más violenta y es la que habría que cuidar más de una intervención.

•  El lugar del otro y del investigador frente a ese otro , que tiene que ver finalmente con las luchas fuerzas o las relaciones de poder que entran en juego en el encuentro, en la interacción.

Relacionado con este último punto, destacamos como uno de nuestros posicionamientos en torno a la metodología es que su construcción se da en el momento mismo de la intervención, en el momento en que las relaciones entre los sujetos aparecen, sin que ello implique que no se plantee una estrategia.

El hecho de construir el espacio de intervención desde los sujetos mismos e in situ se empalma con las nociones centrales que se desarrollan en una propuesta de investigación. Además, la apertura en las herramientas de que hacemos uso necesariamente sitúa de un modo distinto las relaciones de poder que se dan en el proceso de toda intervención, sin pensar por supuesto que estas dejan de existir, pero sí permitiendo pensarse desde otro lugar e, incluso, consideramos que al crear espacios de intercambio con estas modalidades específicas puede pensarse –en términos de lo que Foucault ha desarrollado en cuanto al poder– que en estos espacios se incrementa la posibilidad de resistencia en tanto en que se focalizan los discursos en los sujetos con quienes se hace la intervención. La pregunta es ¿cómo generar estas condiciones en el momento de la intervención y con las herramientas metodológicas construidas previamente?

Siguiendo a Mier (2002) la intervención buscaría la suspensión del campo normativo . En un sentido más amplio esta suspensión –que para nada quiere decir supresión o transgresión, pues esto es imposible– permite o favorece un nuevo espectro de visibilidad , que a su vez despertaría la potencialidad de los sujetos al cambio.

Sabiendo que la suspensión de la normatividad es sumamente complicada de alcanzar como parte implícita de la intervención para conseguir el acrecentamiento de la autonomía colectiva, consideramos que la apertura de espacios que potencialicen la expresividad y reflexión libre apuntan hacia este sentido. Pero el reto por acercarse a la propuesta de “espacios públicos” de Habermas (1981), en donde está la expectativa de que se genere una comprensión en el escenario de la interacción simbólica y lingüística, sigue siendo enorme aunque no por ello desalentadora para el desarrollo de proyectos de investigación con esta apuesta metodológica.

BIBLIOGRAFÍA

  • ARDOINO, Jacques (1980), “La intervención: ¿Imaginario del cambio o cambio de lo imaginario?”, En: GUATTARI, Felix, et.al., La intervención institucional , México: Plaza y Valdés Folios, 1987, págs. 13-42.
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  • FOUCAULT, Michel (1975), Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión , 32ª edición, México: Siglo XXI, 2003.
  • HABERMAS, Jürgen (1981), Teoría de la acción comunicativa, I. Racionalidad de la acción y racionalización social , México: Taurus, 2002.
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  • MORIN, Edgar (1998), Introducción al pensamiento complejo , México: Gedisa.
  • OSORIO, Jaime (2001), “La totalidad social como unidad compleja”, en: Fundamentos del Análisis Social , México: FCE – UNAM, págs. 17-37.
  • VARGAS, Lilia Esther, “¿La subjetividad del sujeto o el sujeto de la subjetividad?”, en: JÁIDAR, Isabel; et.al , (1998), Tras las huellas de la subjetividad , México: UAM-X, Cuadernos del TIPI No. 6, págs. 51-66
Esta es una tendencia que no es exclusiva de la Comunicación. La mayoría de las ciencias sociales, aunque no en todos sus enfoques o corrientes teóricas, se han abierto a la posibilidad de la construcción del conocimiento desde las contribuciones de otros campos disciplinarios y en diálogo con ellas como una necesidad ante el reconocimiento de la incompletud del conocimiento (Morin, 1998) y la totalidad social (Osorio, 2001) como objeto de estudio.
 
FIN
 
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